Especial para El Seguro en acción
Desde este sitio periodístico, siempre hemos dedicado espacio preferencial a la difusión de las cuestiones relativas al fraude en la actividad aseguradora (1), en la convicción de que se trata de uno de los ejes básicos de su estructura, para mejorar el concepto social y operativo del sistema.
Pero en esta ocasión queremos retomarlas, porque estamos en las vísperas de inminentes decisiones en esta materia, atento que el Organismo de Control ha convocado a las Cámaras y Asociaciones representativas, y a referentes sectoriales, a un plenario que se realizará la semana próxima para presentarles el primer borrador del Consejo de Lucha contra el fraude, y consensuar acciones concretas.
Una decisión elogiable, demostrativa de que la intención oficial (que a partir de aquí debería pasar a ser “del mercado”), es superar lo meramente normativo, para avanzar en un plan integral de ataque a este flagelo.
Vamos por el buen camino, pero…
Lo primero es lo primero
Hace casi un año, un jurista y profundo analista del mercado asegurador, nuestro amigo Osvaldo Burgos, volcó estas reflexiones en El Seguro en acción: “(…) las sociedades genéricamente anómicas acostumbran a conceptuar como estafa sólo a los fraudes organizados. Sin embargo, la gran mayoría de los supuestos de conductas fraudulentas se inscriben, en ellas, en las categorías de “fraude social” y de “fraude ocasional”. Es decir, varían en un rango que va desde lo tolerado hasta lo loable. “¿Viven del delito o son personas honorables? ¿O ambas cosas a la vez?” se preguntaba el criminólogo Elías Neuman, en la misma época en la que Nino proponía su explicación de nuestra extraña carrera hacia el subdesarrollo. Nos parece evidente que la razonabilidad de semejante duda, sigue todavía vigente en nuestro país. Aquí, entonces -al menos, según nosotros lo entendemos-, cualquier categorización del fraude debiera comenzar necesariamente por la visibilización del “fraude social”, como fenómeno típico de una corrupción estructural que, aún recrudeciendo en tiempos de crisis, excede notoriamente nuestros gobiernos y sus épocas”.
Llevando esas reflexiones a otra forma de presentación, siempre nos preguntamos si, para llegar a la decisión de cometer un fraude, en el sujeto prevalece el factor social por sobre el “apetito” económico, si sucede a la inversa o, en definitiva, en qué proporción influyen ambos componentes.
Cuestión ésta que solamente dejamos apuntada, porque nuestra intención está lejos de pretender incursionar en ámbitos sociológicos que, por cierto, nos superan.
Simplemente y yendo al nudo de esta nota, deseamos reflejar nuestra íntima convicción de que, para que este proceso se afiance y vaya perfeccionándose, es imprescindible que en forma paralela a la instrumentación de acciones hacia adentro del mercado, sean incentivadas y articuladas otras actividades a nivel comunitario. ¿A qué nos referimos, en concreto?
A que la falta de cultura aseguradora en la población, generada por la consuetudinaria incapacidad sectorial para explicarle a la comunidad en general “de qué se trata esto del Seguro” (2), es una de las razones esenciales de la justificación del fraude por parte de quienes lo llevan a cabo, o intentan hacerlo.
Vamos al punto
Nuestra experiencia nos lleva a afirmar que -en altísima proporción-, el fraude social es cometido para “tomar justicia por mano propia”, frente a lo que muchos asegurados y/o terceros juzgan, desde su subjetividad, como apoderamiento indebido de sus bienes por parte de la Institución Aseguradora.
Podríamos aportar innumerables comprobaciones personales de actitudes impropias por parte de personas que sabemos probas en su vida comercial/profesional y personal y, por consiguiente, incapaces de apoderarse de algo que no les corresponda, pero que no tienen empacho de mentir o fraguar a la hora de sacarle ventajas a su aseguradora. Por supuesto que esto no enerva la percepción generalizada de que en los últimos años estamos asistiendo a un creciente “aflojamiento” comunitario de los principios de buena conducta que eran moneda corriente (y de aplicación mayoritariamente obligatoria) en nuestra ya lejana juventud. El segundo es un proceso general sobre el cual es difícil tener control; el primero debe ser materia de análisis y acción por parte del sector.
Es nuestra convicción que desde la Institución Aseguradora no hemos sabido explicarle al asegurable, de qué se trata nuestro servicio.
Crítica con propuesta
Alguna vez propusimos y así fue aceptado (3), que para encarar este camino de la concientización comunitaria respecto del Seguro, teníamos que dejar de lado las reiteradas e infructuosas campañas “marketineras” e -inicialmente-, poner el foco en solamente cinco cuestiones. Esto es, explicarles respecto de: “teoría del riesgo”, “comunidad”, “resarcimiento”, “gasto vs. inversión” y “pertenencia de las inversiones y otros bienes de las aseguradoras”. Así de simple. Cinco aspectos esenciales en el mecanismo asegurador. Cortito y al pie…como decimos en nuestra ya más que centenaria columna.
Vamos a fundamentar brevemente esa idea.
1º) Deberíamos incentivar el conocimiento de la TEORIA DEL RIESGO (la PREVISION es un paso previo a la PREVENCION y consecuentemente al SEGURO).
2º) Deberíamos explicarles la COMUNIDAD DE RIESGOS. Afalta de ese dato, genéricamente, el asegurado razona en términos de “si te entrego 100 y tengo un siniestro de 10.000 te saqué ventaja, pero si no ocurrió el evento dañoso te quedaste con mis dineros”. Vale decir, lo pone en términos de “apuesta”. Distinta sería su posición, si le explicamos que su aporte se masificó en el Fondo de Primas y en la masa siniestral que debe ser atendida con esos ingresos. O dicho de otro modo, que “su” prima sumada a otras miles, no es otra cosa que el puro equivalente matemático del riesgo final que el asegurador debe asumir, frente a la masa global de afectados.
3º) Deberíamos fijar el concepto jurídico-económico de RESARCIMIENTO (en oposición a la generalizada idea de lucro por parte del contratante).
4º) Deberíamos clarificar cuál es la pertenencia real de las INVERSIONES DE LAS ASEGURADORAS (las reservas son patrimonio perteneciente a la masa y no bienes propios de las aseguradoras, en su inmensa proporción).
5º) Deberíamos, en lo referente a los seguros patrimoniales -base mayoritaria del primaje-, dejar claramente expuesto que el pago de un seguro, para el asegurado, ES UN GASTO Y NO UNA INVERSION.
Admitimos de antemano lo polémico (y hasta chocante) de esta última afirmación. Pero, a sabiendas, la mantenemos. La discusión de este punto daría para escribir una monografía (incluyendo las opiniones en contrario), pero por el momento digamos solamente que la reiterada convocatoria para que la comunidad “invierta en seguros” (patrimoniales) ha sido causa principal para fijar en los asegurados un concepto totalmente opuesto a la verdad contractual: no le ofrecemos un lucro ni un beneficio, sino la promesa de un resarcimiento (literalmente).
Colofón
Por supuesto, no hemos pretendido agotar el tema ni muchos menos, sino simplemente presentar una síntesis y visión conceptual sobre esta problemática.
¿Cuál sería ésta?
Que SIEMPRE la comunidad asegurable debería saber que cuando invitamos a concertar un seguro patrimonial, de daños o de responsabilidades, le estamos ofreciendo (básicamente), que ingrese a una comunidad, en búsqueda de resarcimiento, sabiendo que ello le ocasionará un gasto y que sí el evento dañoso lo afecta, recibirá la debida compensación. Así de simple, así de técnico, así de transparente.
Cumplido nuestro objetivo puntual en este caso, quede claro nuestro absoluto apoyo al programa que, no dudamos, de inmediato pondrán en marcha la Superintendencia y el sector, en forma conjunta.
A lo que de allí resulte nos referiremos en la próxima nota.
Raúl Jorge Carreira
Nota:
(1) En la home de nuestro sitio (www.elseguroenaccion.com) figura un recuadro permanente, que remite a toda la normativa oficial en esta materia.
Adicionalmente, cabe mencionar la difusión de Jornadas y reuniones sobre la materia (actualmente http://www.elseguroenaccion.com.ar/?p=9206); las valiosas actividades de CESVI; notas específicas sobre la materia: (http://www.elseguroenaccion.com.ar/?p=8715; http://www.elseguroenaccion.com.ar/?p=8190; http://www.elseguroenaccion.com.ar/?p=8187;
http://www.elseguroenaccion.com.ar/?p=8182;
http://www.elseguroenaccion.com.ar/?p=7501;
http://www.elseguroenaccion.com.ar/?p=7015;
http://www.elseguroenaccion.com.ar/?p=6827;
http://www.elseguroenaccion.com.ar/?p=6645;
http://www.elseguroenaccion.com.ar/?p=6577;
etc.
(2) Como bien sintetizó el recordado actuario Amadeo Diéguez, “Sabemos hacer, pero no hacemos saber”.
(3) Estando a cargo de la presidencia del Comité de Información y Comunicación de la Confederación Panamericana de Productores de Seguros, formulamos esaa propuesta que, en su momento, mereció plena aprobación, sin correcciones ni objeción alguna, por parte del Consejo Directivo de COPAPROSE en el mes de setiembre del 2007 en ICA (Perú), ratificada luego por el Comité Ejecutivo en México el 19 de febrero del 2008 y finalmente aprobada en el XXII Congreso de COPAPROSE celebrado en Punta Cana (República Dominicana), del 6 al 10 de mayo del 2008.
Dejamos esas funciones en julio del 2009, soplaron nuevos vientos y aquella iniciativa fue llevada a vía muerta, hasta que en febrero del 2014 COPAPROSE decidió privilegiar la comunicación interna, esto es, hacia los productores. Resolución institucional inobjetable, pero los principios aprobados en su momento, no fueron modificados ni revertidos. El tiempo dirá…
Es nuestra convicción que desde la Institución Aseguradora no hemos sabido explicarle al asegurable, de qué se trata nuestro servicio. Creo que esta frase -parte de la nota- y que comparto totalmente, es la madre de todos los males.
Los altos porcentajes de siniestros fraudulentos que pagan las aseguradoras (se calcula hoy un 35/40 % del total), no son en su mayoría obra de «caranchos» ni rompehuesos, sino de aquellos que hacen sus «gracias», que luego comentan en sus círculos y lo que es peor, en muchos casos con la anuencia de quien debería explicarles «de que se trata nuestro servicio».
Para las aseguradoras la cuenta es muy fácil: más siniestros, más primas y el boomerang comienza a dar la vuelta. Por esta razon, terminamos siempre en lo mismo, cualquiera sea el tema: educación, educación y más educación, y abandonar conductas permisivas que sostengan el círculo vicioso.
Jorge Saiz
Coincido, en líneas generales, con lo planteado por mi amigo Raúl Carreira.
Y me permito agregar que tiene mucho que ver con el tema, que la liquidación de siniestros se halle a cargo exclusivamente de profesionales matriculados, como reiteradamente lo expusimos en El Seguro en acción.
En materia de fraudes, quiero recordar también que «Alguna vez se ganó un juicio…y se multó al asegurado», como lo expuse en la edición de SIDEMA del 11 de mayo de 1992, que tuvimos el orgullo de ver distribuida en el I Encuentro Mundial de Seguros, realizado en Madrid entre el 10 y el 14 de ese mes.
Seguiremos insistiendo en la difusión de estas cuestiones.
Cordial saludo para todos.
G. Mario Bosco (Liquidador de siniestros)
Nota del editor:
Agradecemos al aporte. Y con mucho gusto a la brevedad reproduciremos en El Seguro en acción, esa recordada nota del amigo Bosco, a quien públicamente invitamos para que actualice ese valioso material.