Una de las “ventajas” que nos da el despliegue de técnicos por la red vial argentina, yendo y viniendo a los distintos puntos del territorio, en función de compromisos y labores asumidas, es el poder observar las distintas obras que se llevan a cabo en dicha red, sea nacional, provincial y aún municipal.
Si bien es muy bueno incrementar las vías de comunicación, el mero hecho de hacerlo NO garantiza una mayor Seguridad Vial. Por el contrario, el desarrollo de una mayor superficie de calzadas no sólo no implicará un descenso en la siniestralidad vial, sino que también puede producir el efecto contrario.
El Plan Mundial para el Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2011-2020, plantea en su Segundo Pilar “Vías de tránsito y movilidad más seguras” el concepto de desarrollar “caminos que perdonen” generando una “chance” al conductor que “yerra”.
Básicamente señala: “Aumentar la seguridad intrínseca y la calidad de protección de las redes de carreteras en beneficio de todos los usuarios de las vías de tránsito, especialmente de los más vulnerables (por ejemplo, los peatones, los ciclistas y los motociclistas). Ello se logrará mediante la aplicación de evaluaciones de la infraestructura viaria y el mejoramiento de la planificación, el diseño, la construcción y el funcionamiento de las carreteras teniendo en cuenta la seguridad.”
Para ello, entre sus previsiones expresa:
• la promoción del enfoque de sistema seguro y de la función de infraestructura viaria autoexplicable y tolerante (señalización adecuada, banquinas, areas y salidas de “escape”, ancho de carriles, medianas, etc. );
• realizar evaluaciones de la seguridad de la infraestructura viaria existente y aplicar soluciones de ingeniería de eficacia demostrada para mejorar los resultados en materia de seguridad;
• desempeñar un papel de liderazgo en relación con el control de la velocidad y con un diseño y funcionamiento de la red de carreteras que sean sensibles a la velocidad;
• garantizar la seguridad de las zonas de trabajo;
• fijar normas de seguridad mínimas para nuevos diseños e inversiones en carreteras que garanticen la inclusión de las necesidades de seguridad de todos los usuarios de las vías de tránsito en las especificaciones de los nuevos proyectos;
• utilizar los resultados de evaluaciones independientes de la repercusión de la seguridad vial y de auditorías de seguridad en la planificación, diseño, construcción, funcionamiento y mantenimiento de los nuevos proyectos viales, y que apliquen debidamente las recomendaciones de las auditorías.
Y estos son sólo algunos de los conceptos promovidos por la OMS, el BM y la ONU.
A simple vista preocupa lo que observamos en nuestras vías (construidas y en construcción) donde destacamos los siguientes errores en general (hay excepciones) que provocan y pueden provocar consecuencias nefastas a la seguridad vial:
– Señalización Vial de obras muy deficiente.
– Ancho de carriles muy ajustado.
– Banquinas y medianas estrechas, no consolidadas, o inexistentes.
– Construcciones civiles de servicios en las medianas (Estaciones de Servicio).
– Señalización Vial vertical y horizontal deficiente.
– Extremos de guardrail no “enterrados” que se convierten en trampas letales.
– Préstamos inexistentes o invadidos de maleza y arboleda.
La enumeración precedente es sólo ejemplificativa. Hay muchas observaciones más.
Finalmente, y a nivel general, son muy pocas las Auditorias de Seguridad Vial desarrolladas en las etapas de diseño, construcción y mantenimiento de vías, aún en aquellas obras financiadas por préstamos de entidades internacionales que se comprometieron ante Naciones Unidas a exigirlas en las condiciones del otorgamiento.
Frente a lo señalado es preciso advertir que, de no revertirse esta política (o su falta) en el desarrollo vial, no sólo implicará sumar kilómetros a la red, sino también siniestros, muertos y heridos.
Dr. Eduardo Bertotti
Director ISEV