(Comentando las intenciones del Superintendente)
Especial para El Seguro en acción
Indudablemente, la respuesta al interrogante la da claramente el discurso del Lic. Podjarny, recientemente brindado. El funcionario no ha hecho ni más ni menos que recurrir a las fuentes verídicas del Seguro. Nada quedó fuera de lo expresado en su oportunidad.
Por lo tanto, el futuro se define bajo las siguientes premisas:
– El “despertar” de la dirigencia aseguradora.
– La función (profesional) de los distintos agentes de la actividad.
– El hacer cumplir este verdadero
No es tan fácil, aunque sí quedarán en claro las distintas responsabilidades.
Conceptos
El cambio evolutivo, emana de una consciencia inherente al bien de la mayoría. Fundamentalmente se deben considerar cuáles son las cosas que permanecerán inalterables aún a través del tiempo. Para esto hay una forma: La Teoría de los Valores.
La base fundamental del seguro, es el riesgo. Por lo tanto, el desarrollo asegurador no debe ser pensado –exclusivamente– bajo el sustento financiero, el cual es consecuencial. Todo es factible de cubrir, salvo los riesgos malos y este concepto debe ser redefinido en la plaza, a fin de evitar excusas de no-cobertura. El riesgo malo, es aquél que está viciado en sí mismo: “El operario fumando en el polvorín” (tanto como para marcar un extremo). El riesgo se define simplemente en distintos grados y allí radica el meollo del asunto. La clave es saber mensurarlo.
No se evidencia en la práctica de nuestro mercado, claridad sobre conceptos tales como: “lo probable y lo posible”. No se analiza la probabilidad próxima y remota (otra clave). Se observa, en ciertos estudios de riesgos, alguno de ellos con abundantes detalles que no hacen al objetivo principal, el apuntar a una irremediable ocurrencia de siniestro. Otros hacen hincapié en medidas de seguridad que, de darse, no darían lugar a un siniestro.
En palabras pobres: el suscriptor de una aseguradora debe tener definidos: el monto del Riesgo Máximo y las posibilidades del Riesgo Medio. Asimismo, su campo de conocimiento, debe ser concordante o mayor a la del inspector y/o analista del riesgo, lo que no es común en nuestra plaza. Lo mismo ocurre con los informes de los liquidadores de siniestros. En el concepto tradicional la última palabra debería ser la del asegurador, quién puede o no coincidir con el informe.
Hasta aquí, lo precedente apunta a una real concepción aseguradora que se inicia con el estudio del riesgo, verdadera base para el desarrollo de la suscripción, su apreciación es única pero su asunción no, depende de los criterios de “apuesta” de la aseguradora (allá ella…). Por eso, el seguro no debería ser confundido por parte de la dirigencia, como una venta equivalente a un producto realmente tangible, ni resulta del mayor ó menor precio o del poder del intermediario. Alterar estos conceptos resulta negativo. El desconcierto máximo queda plasmado en las notables diferencias de costos para el rubro automotores, sector donde la estadística de siniestros es de las más precisas.
Vale la pena hacer hincapié en la falta de creatividad con un ejemplo, que de alguna forma sintetiza el mensaje del Superintendente:
Nos solicitan la cobertura de un lavadero tradicional, para el cual -luego de estudiar cinco cotizaciones de distintas aseguradoras, todas cuasi similares en las condiciones-, pedimos la inclusión para la Responsabilidad Civil de la cobertura para daños y/o pérdida de la mercadería consignada, asumiendo la aseguradora un sub límite. Imposible de conseguir.
Cómo sigue…
Planteados hasta aquí, algunos factores considerados significativos en la institución aseguradora, corresponde analizar otros agentes que cumplen funciones relevantes.
La oportuna disposición en la década del ochenta, reglamentando la actividad e instruir mediante cursos obligatorios a los productores, ha sido mayoritariamente positiva. Este tipo de representación, como así también las Asociaciones que los reúnen, es fundamental para las aseguradoras que así lo consideran. De tal modo que, tomando en cuenta que el paradigma en la definición de los servicios, es la actividad aseguradora, en la misma se destaca la necesidad del trato personalizado. Lamentablemente, existen dicotomías en determinados casos, en el sentido de aquellos que, directa ó indirectamente, interpretan al seguro como una venta atenida a criterios tradicionales para el mercadeo transable. El seguro es, para el caso, una promesa.
Sin falsa modestia es necesario conocer en base a qué quien esto suscribe, se basa.
Con más de cincuenta años en la actividad, he tenido en suerte como no muchos, de poder acceder a una escuela de excelencia, con experiencias locales y en el exterior. La experiencia no siempre resulta fácilmente acompañada en un medio no consecuente. Los cambios son valederos en tanto y en cuanto no sean obstruidos por un mercado donde “todos hacen los que hacen todos”. Así el conjunto entra en “pérdida”.
La Superintendencia ha definido un camino loable a transitar. No hay nada que copiar de aquellos que saben sobre el tema, solamente recrear.
Víctor Fratta
Fratta Consultores en Seguros
Siempre tan claro en sus conceptos. Un abrazo para quien me orientó y ayudó en mis comienzos.
José Lentini (PAS)
Estimado Víctor, muy claramente expresas en cuanto a la degradación del mercado asegurador en tanto a la suscripción y asunción de riesgos.
Cada vez existe menos capacitación en los funcionarios, que también cada vez hay menos porque los reemplazan por la web.
Se confunde una herramienta de trabajo con un fin en sí mismo.
Hago votos para que las nuevas autoridades apliquen lo que dicen en público. Sería magnífico y excepcional.
Mil gracias.
Jorge Rapán (PAS)