La trampa del cortoplacismo

ESPECIAL PARA EL SEGURO EN ACCION

Por: Gabriel Mysler, CEO de Innovation@Reach

¡Que paradoja! Vivimos cada vez más años, pero exigimos resultados más rápidos.

La expectativa de vida en el mundo – desde 1950 a la fecha – ha crecido 20 años, por lo cual el “apuro” por conseguir cosas, obtener logros o “llegar” a algún lugar debería diluirse en el tiempo. En teoría, tenemos mucho más tiempo para conseguir y disfrutar las cosas que queremos.   Pero, paradójicamente, nuestra expectativa de resultados rápidos se multiplicó, Si en paralelo le sumamos la drástica disminución de la duración de los éxitos – la vigencia de lo “novedoso”- la combinación es explosiva.

El corto plazo domina cada vez más la escena. “Fly or die” le exigimos a los proyectos. “Ahora o nunca”, es el slogan en boca de todos. La visión y la construcción a largo plazo parecieran ya no estar de moda.

Claramente la tentación de pensar en lo inmediato es muy grande. “I want it all” – cantaba Queen –“And I want it now”  sentenciaba la canción.  Lo quiero todo y lo quiero ahora, no hay tiempo… No acepto la espera.

Es verdad que los éxitos son cada vez más efímeros. Las compañías se sostienen exitosas mucho menos tiempo que antes. Y no es solo un tema de la obsolescencia programada. Es nuestra atención que se mueve rápido, son nuestras expectativas que mutan velozmente. La novedad es pasajera. Una canción, un libro o una película suben al podio y bajan de él de modo casi inmediato. La instantaneidad que nos ofrecen Internet y el teléfono celular se trasladan a nuestras vidas, a nuestras empresas y a nuestros planes.

¿Como hacer entonces para construir valor, en especial cuando hay tiempos que no pueden acelerarse? ¿Como salir de la trampa del corto plazo? Para muchos Keynes fue quien endiosó el corto plazo. John Maynard Keynes decía que en el largo plazo estaremos todos muertos. ¿Condenaba así las visiones al futuro no inmediato? ¿O tal vez Keynes nos hablaba de no descuidar el corto plazo para poder llegar al largo plazo? “The long run is a misleading guide to current affairs. In the long run we are all dead” escribió textualmente en inglés Keynes allá por 1923 en su trabajo “A Tract on Monetary Reform”.  Tal vez nos insinuó- hace casi 100 años – que hay que compatibilizar el largo plazo con el corto plazo. Me animaría a decir que jamás afirmó que lo único que existe es el corto plazo, sino que nos advertía que no llegamos al largo si descuidamos el corto plazo…

¿Cómo compatibilizar los tiempos?

La biología nos enseña que hay tiempos que no podemos acortar, un embarazo son 9 meses, día más, día menos. Los deportes o las artes nos enseñan que aprender a jugar al tenis o tocar piano requieren tiempo, práctica, repetición… Construir una casa, formar una familia, consolidar una amistad, escribir un libro o aprender un oficio requieren de tiempo, de procesos, de constancia y de paciencia.

¿Qué es lo que nos pasa cuando queremos todo ya? Exigimos respuestas rápidas, procuramos sacarnos de encima el problema y no buscamos ahondar en él para comprenderlo mejor.  Es algo psicológico: las preguntas causan tensión, las respuestas alivian el estrés. Aprender que el estrés no es necesariamente malo y que una respuesta incorrecta (o incluso una respuesta correcta) a una pregunta incorrecta no son una solución, aunque alivien – ilusoriamente – la tensión que nos causa la duda.

Para complicar aún más las cosas, muchas veces reaccionamos rápidamente a los cambios que percibimos y no vemos otros cambios más profundos que comienzan a gestarse, más allá de las apariencias.  Un ejemplo práctico (que podemos encontrar en cualquier libro de Economía) puede ser estudiar la elasticidad a la demanda. La elasticidad a la demanda nos habla de cómo varía la demanda ante cambios de precio en la oferta. La elasticidad a la demanda en el corto plazo puede ser pequeña o nula en productos que consideramos “esenciales”. Tomemos por ejemplo un aumento del precio de la nafta. Si aumenta el combustible podré decidir usar menos mi vehículo, compartir su uso o incluso acelerar menos e ir más despacio para disminuir el consumo de combustible y compensar el aumento del precio. De este modo un aumento en el combustible produce en el corto plazo una disminución muy pequeña en la demanda. Aquí se crea la ilusión de que la demanda es inelástica, es decir que seguiremos usando el combustible casi como antes del aumento porque no podemos consumir mucho menos que lo que consumíamos antes del aumento del precio. Pero si se mantiene alto el precio y no es algo pasajero, en el transcurso del tiempo la gente cambiará seguramente a autos de menor consumo o replanteará sus estilos de vida y transporte y la elasticidad puede ser muy alta.  La industria del Seguro no debe confundir el modo en el que se eligen, compran y comercializan los seguros hoy y la aparente inelasticidad a los cambios, con las tendencias a mediano y largo plazo.

¿Seremos capaces de compatibilizar el corto con el largo plazo? Debemos construir valor a largo plazo, con acciones en el corto plazo. No descuidar a ninguna de ellas. Ni parálisis por análisis, ni creer que “los melones en el camión que los transporta se acomodan solos con el tiempo” como afirma el saber popular. Ni sucumbir a las exigencias de inmediatez olvidando el sentido de destino ni olvidar que el largo plazo – como afirmaba Keynes – no se podrá alcanzar si no sobrevivimos al presente.

¿¿Podemos lograr el equilibrio??

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