El mismo lleva una introducción de Juan Mazzini de Celent, quien afirma que “El fraude en los seguros es un mal al que pocos pueden escapar. La buena noticia para aseguradoras y reaseguradoras es que, a través de tecnología analítica basada en el uso de inteligencia artificial y un número creciente de fuentes de datos disponibles, hoy cuentan con más herramientas para combatirlo.”
Se estima que entre un 5% y 10% de los costos de pérdidas provienen del fraude, llegando a superar el 20% en algunas líneas de negocio y países específicos. En 2020, los profesionales de seguros sospechaban que el 18 % de los siniestros podrían ser fraudulentos. En 2022, sin embargo, esa sospecha aumentó hasta un 20 %.
Los principales cambios que la COVID-19 impuso a las organizaciones de seguros, según los encuestados, incluyeron:
• Mayor enfoque en la digitalización
• Aumento de los controles ante la sospecha de fraude
• Reducción de costos
• Ajuste de precios
• Replanteo de las normas de suscripción