Al lector

RSE (Responsabilidad Social Empresaria) parece ser la sigla del momento. Afortunadamente, las empresas comienzan a comprender que la sustentabilidad de los negocios a largo plazo, tiene raíces en la medida de su responsabilidad social.

 

Nuestra educación formal adolece de falencias alrededor del concepto. Casi todas las cátedras de las Universidades forman a nuestros profesionales alrededor de ideas tales como: punto de equilibrio, rentabilidad, tasa de retorno. Y ya en el ejercicio profesional, los accionistas reclaman dividendos, los gerentes resultados, los políticos votos. Toda nuestra generación está instruida bajo las premisas occidentales de minimizar los costos y maximizar los beneficios. El corto plazo manda.

 

Si bien para que las empresas se desarrollen, esos conceptos deben estar presentes, es necesario complementar con una visión más consciente del entorno, proteccionista, cuidadosa, de más largo plazo. Entonces RSE no es sólo homologar una norma, certificar una exigencia formal; requiere cambiar creencias, cambiar filosofías, adecuar sistemas de medición de resultados, adecuar políticas públicas que premien o castiguen, tener conciencia de que es válido ganar menos si el conjunto de la sociedad y el entorno se benefician.

 

Por eso cuando aparecen proyectos que desbordan RSE, no podemos menos que destacarlos, para que sirvan de inspiración y ejemplo. Para mostrar que no sólo de generar beneficios inmediatos se trata.

 

La reinauguración del aeródromo de Sunchales es un claro ejemplo en este sentido. Un emprendimiento financiado casi en su totalidad por el Grupo Sancor Seguros, con una erogación, sobre el aeródromo local -y que por lo tanto no es activo de la empresa-, de alrededor de u$s 5.000.000 que enorgullece a quien la visite.

 

Nuestro reconocimiento por la visión y el ejemplo. Nuestro deseo es que estos emprendimientos se multipliquen a lo largo y ancho del país impulsados por empresas y organismos públicos. Porque, seguro, los argentinos nos merecemos más…y, es cierto, hay mucho por hacer.

 

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