El fracaso climático y la crisis social son los principales riesgos globales para 2022.

  • Los principales riesgos son la crisis climática, las crecientes diferencias sociales, los mayores riesgos cibernéticos y la recuperación global desigual, ya que la pandemia persiste. Según una encuesta mundial de expertos, solo 1 de cada 6 es optimista y solo 1 de cada 10 cree que la recuperación mundial se acelerará.
  • Para resolver estos problemas sistémicos, los líderes mundiales deben adoptar una respuesta coordinada multisectorial, incluso si las posibilidades para cooperar se reducen.

Los riesgos climáticos dominan las preocupaciones mundiales a medida que el mundo entra en el tercer año de pandemia. De acuerdo con el Informe de Riesgos Globales 2022, mientras los principales riesgos a largo plazo se relacionan con el clima, las principales preocupaciones globales a corto plazo incluyen las diferencias sociales, las crisis de formas de subsistencia y el deterioro de la salud mental.

Además, la mayoría de los expertos creen que la recuperación económica global será volátil y desigual en los próximos tres años.

Esta es la edición 2022 del Global Risk Report, un informe de riesgos a nivel mundial realizado con expertos en el tema y líderes en negocios, gobierno y sociedad civil. Lo realiza el World Economic Forum en conjunto con Zurich, SK Group y Marsh.

Ahora, en su 17.º edición, el informe explora cuatro áreas de riesgo emergente: ciberseguridad, competencia en el espacio, transición climática desordenada y presiones migratorias, cada una de las cuales requiere una coordinación global para una gestión exitosa.

Los 5 riesgos nominados para la Argentina son:

  • Estancamiento económico prolongado
  • Crisis de empleo y medios de subsistencia
  • Colapso del estado
  • Fracaso para estabilizar las trayectorias de precios
  • Desigualdad digital

“Los desajustes económicos y sanitarios están agravando las divisiones sociales. Esto crea tensiones en un momento en el que la colaboración dentro de las sociedades y entre la comunidad internacional será fundamental para garantizar una recuperación mundial más rápida y uniforme. Los líderes mundiales deben unirse y adoptar un enfoque coordinado multisectorial para abordar los incesantes retos mundiales y crear resiliencia antes de la próxima crisis”, dijo Saadia Zahidi, Managing Director del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés).

Carolina Klint, Risk Management Leader, Continental Europe de Marsh, dijo: “A medida que las empresas se recuperan de la pandemia, se centran acertadamente en la resiliencia organizacional y en las credenciales de ESG. Con las amenazas cibernéticas ahora creciendo más rápido que nuestra capacidad para erradicarlas permanentemente, está claro que ni la resiliencia ni la gobernanza son posibles sin planes creíbles y sofisticados de gestión del riesgo cibernético. Del mismo modo, las organizaciones deben empezar a comprender sus riesgos espaciales, en particular el riesgo que corren los satélites, de los que nos hemos vuelto cada vez más dependientes, dado el aumento de las ambiciones y tensiones geopolíticas”.

Peter Giger, Group Chief Risk Officer, Zurich Insurance Group, dijo: “La crisis climática sigue siendo la mayor amenaza a largo plazo que enfrenta la humanidad. Si no se actúa en relación con el cambio climático, el PIB mundial podría reducirse en una sexta parte; además, los compromisos que se asumieron en la COP26 siguen siendo insuficientes para alcanzar el objetivo de 1,5°C. No es demasiado tarde para que los gobiernos y las empresas actúen sobre los riesgos que enfrentan e impulsen una transición innovadora, determinante e inclusiva que proteja a las economías y a las personas”.

(Vea más abajo el Resumen Ejecutivo)

El informe finaliza con reflexiones sobre el segundo año de la pandemia del COVID-19, lo que proporciona información nueva sobre la resiliencia a nivel local. El capítulo también se basa en las comunidades de expertos en riesgos del Foro Económico Mundial (Chief Risk Officers Community y la Global Future Council on Frontier Risks) con el fin de ofrecer asesoría práctica para implementar la resiliencia en las organizaciones. El Informe de Riesgos Globales 2022 ha sido elaborado con el apoyo del Global Risks Advisory Board del Foro Económico Mundial. También se beneficia de la colaboración continua con sus socios estratégicos, Marsh McLennan, SK Group y Zurich Insurance Group y asesores académicos de la Oxford Martin School (Universidad de Oxford), la Universidad Nacional de Singapur y el Wharton Risk Management and Decision Processes Center (Universidad de Pensilvania).

Resumen ejecutivo

A medida que el 2022 comienza, el COVID-19 y sus consecuencias económicas y sociales siguen representando una importante amenaza para el mundo. La desigualdad del proceso de vacunación y el consiguiente riesgo de una recuperación económica desbalanceada se suma a las fracturas sociales y tensiones geopolíticas. En los 52 países más pobres (hogar del 20 % de las personas del mundo), solo el 6% de la población había sido vacunada en el momento en que se elaboró este informe. Para el año 2024, las economías en desarrollo (excepto China) habrán caído en un 5,5% por debajo del crecimiento esperado de su PIB previo a la pandemia, mientras que las economías avanzadas lo habrán superado en un 0,9 %, ampliando la brecha mundial de ingresos.

La divergencia global resultante creará tensiones, dentro y fuera de las fronteras, lo que presenta el riesgo de empeorar los impactos en cascada de la pandemia y complicar la coordinación necesaria para abordar los desafíos comunes, incluidos el fortalecimiento de la acción contra el cambio climático, la mejora de la seguridad digital, la restauración de las formas de subsistencia y la cohesión social, y el manejo de la competencia en el espacio.

El Informe de Riesgos Globales del 2022 presenta los resultados de la última Encuesta de percepción de riesgos globales (GRPS, por sus siglas en inglés), seguidos del análisis de los riesgos clave que surgen de las actuales tensiones económicas, sociales, medioambientales y tecnológicas. El informe concluye con reflexiones sobre la mejora de la resiliencia, tomadas de las lecciones de los últimos dos años de la pandemia del COVID-19. A continuación, se resumen los hallazgos clave tanto de la encuesta como del análisis.

Las percepciones de los riesgos globales destacan las preocupaciones sociales y medioambientales

Cuando se les pidió que tuvieran en cuenta los últimos dos años, los encuestados de la GRPS percibieron los (en la forma de la “erosión de cohesión social”, “crisis de formas de subsistencia” y “deterioro de la salud mental”). Solo el 16% de los encuestados se sentían positivos y optimistas con respecto a la perspectiva del mundo, y solo el 11% dijo que pensaba que la recuperación global se acelerará. En cambio, la mayoría de los encuestados dijeron que esperan que los próximos tres años se caractericen por la volatilidad constante y una variedad de sorpresas o trayectorias fracturadas que separarán a los ganadores y perdedores relativos.

Los encuestados señalan nuevamente que. Sin embargo, en un horizonte de 10 años, la salud del planeta domina las preocupaciones: se percibe que el “fracaso en la acción contra el cambio climático”, los “eventos climáticos extremos” y la “pérdida de biodiversidad” fueron clasificados como los tres riesgos más graves. Los encuestados también señalaron que las “crisis de deudas” y las “confrontaciones geoeconómicas” están entre los riesgos más graves de los próximos 10 años. La “desigualdad digital” y la “falla en la seguridad cibernética”, son otras amenazas críticas a corto y mediano plazo para el mundo según los encuestados en la GRPS. Pero estas se ubican más abajo en la clasificación general y se consideran como amenazas a largo plazo, y ninguna de ellas aparece entre las más potencialmente graves, lo que indica un posible punto ciego en las percepciones del riesgo.

La encuesta GRPS del 2021 incluyó una pregunta sobre los esfuerzos internacionales de mitigación de los riesgos. “Inteligencia artificial”, “explotación espacial”, “desinformación y ataques cibernéticos transfronterizos” y “migración y refugiados” fueron las áreas en las que la mayoría de los encuestados manifestó que el estado actual de los esfuerzos de mitigación de los riesgos no es suficiente para el desafío, es decir, los esfuerzos se consideran “no iniciados” o que están en “desarrollo inicial”. Mientras tanto, en cuanto a “pagos de facilitación en el comercio”, “crimen internacional” y “armas de destrucción masiva”, la gran mayoría percibió que los esfuerzos de mitigación de riesgos están “establecidos” o que son “eficaces”.

Una recuperación económica divergente amenaza la colaboración para enfrentar los desafíos globales

La perspectiva sigue siendo débil: en el momento en que se elaboró este reporte, se esperaba que la economía global fuera un 2,3% más baja para el 2024 de lo que hubiera sido sin la pandemia. Además, con otro aumento en los casos de COVID-19 hacia finales del 2021, la pandemia continúa dificultando la capacidad de los países para facilitar una recuperación sostenida.

En algunos países, el rápido proceso de vacunación, las transformaciones digitales exitosas y las nuevas oportunidades de crecimiento podrían significar un retorno a las tendencias previas a la pandemia a corto plazo y la posibilidad de un futuro más resiliente en un horizonte más lejano. Sin embargo, muchos otros países se verán retenidos por las bajas tasas de vacunación, las intensas exigencias continuas en los sistemas de salud, la división digital y los mercados laborales estancados. Estas divergencias complicarán la colaboración internacional necesaria para abordar los efectos cada vez mayores del cambio climático, gestionar los flujos migratorios y combatir los peligrosos riesgos cibernéticos.

Las presiones nacionales harán que sea más difícil para los gobiernos enfocarse en las prioridades a largo plazo y limitará el capital político asignado a las preocupaciones globales. Francia, Alemania, México y Sudáfrica. Ahora se espera que aumenten las disparidades que ya eran un desafío para las sociedades (se prevé que 51 millones más de personas vivan en pobreza extrema en comparación con la tendencia previa a la pandemia) lo que amenaza con aumentar la polarización y el resentimiento en estas sociedades. Al mismo tiempo, las presiones locales amenazan con causar posiciones de interés nacional más fuertes y un empeoramiento de las fracturas en la economía global, a expensas de la ayuda y cooperación internacional.

Una transición climática desordenada exacerbará las desigualdades

Los encuestados en la GRPS clasifican. El cambio climático ya se manifiesta rápidamente en forma de sequías, incendios, inundaciones, escasez de recursos naturales y pérdida de especies, entre otros impactos. En el 2020, varias ciudades de todo el mundo experimentaron temperaturas extremas que no se habían registrado durante años, como un récord de 42,7°C en Madrid y la temperatura más baja que se ha visto en Dallas en 72 años, con −19°C. Además, las regiones como el círculo polar ártico han promediado temperaturas de verano 10 grados más altas que en años anteriores. Los gobiernos, las empresas y las sociedades están enfrentando una presión creciente para evitar las peores consecuencias. Sin embargo, una transición climática desordenada caracterizada por trayectorias divergentes en todo el mundo y entre sectores separará aún más a los países y bifurcará las sociedades, creando barreras a la cooperación.

Dada las complejidades del cambio tecnológico, económico y social a esta escala y la naturaleza insuficiente de los compromisos actuales, es probable que cualquier transición que logre la meta de cero neto para 2050 sea desordenada.

Aunque las cuarentenas por el COVID-19 provocaron una caída global en las emisiones de gases de efecto invernadero (GHG, por sus siglas en inglés), las trayectorias ascendentes no tardaron en reanudarse: la tasa de emisiones de GHG aumentó más rápido en el 2020 que el promedio de la última década. Sin embargo la adopción apresurada de políticas medioambientales tendrá consecuencias no deseadas para la naturaleza; aún existen muchos riesgos desconocidos por la implementación de tecnologías biotecnológicas y de geoingeniería no probadas. Mientras que la falta de apoyo público para las transiciones del uso de terreno o los nuevos planes de fijación de precios crearán complicaciones políticas que ralenticen aún más la acción. Una transición que no tenga en cuenta las implicaciones sociales agravará aún más las desigualdades dentro y entre los países, lo que aumentará las fricciones geopolíticas.

La creciente dependencia digital intensificará las amenazas cibernéticas

La creciente dependencia de los sistemas digitales, intensificada por el COVID-19, ha alterado las sociedades. Durante los últimos 18 meses, las industrias se han sometido a una rápida digitalización, los trabajadores han cambiado al trabajo remoto cuando ha sido posible, y las plataformas y dispositivos que facilitan este cambio se han multiplicado. Al mismo tiempo, (en el 2020, los ataques de malware y ransomware aumentaron en un 358 % y un 435 %, respectivamente) y están superando la capacidad de las sociedades para prevenirlas o responder a ellas de manera eficaz. Las barreras de entrada más bajas para los delincuentes cibernéticos, los métodos de ataque más agresivos, la escasez de profesionales de la seguridad cibernética y los mecanismos de control improvisados agravan el riesgo.

Los ataques a sistemas grandes y estratégicos provocarán una serie de consecuencias físicas en las sociedades, mientras que la prevención inevitablemente implicará costos más altos. Los riesgos intangibles, como la desinformación, el fraude y la falta de seguridad digital, también afectarán la confianza pública en los sistemas digitales. Las mayores amenazas cibernéticas también corren el riesgo de alejar a los países si los gobiernos se mantienen en caminos unilaterales para controlar los riesgos. A medida que los ataques se vuelven más graves y de gran impacto, las tensiones ya intensas entre los gobiernos afectados por el delito informático y los gobiernos cómplices en estos actos aumentará, y la seguridad cibernética se convertirá en otro factor que provoca divergencia, en lugar de cooperación, entre los países.

Las barreras al riesgo de movilidad agravan la inseguridad mundial La creciente inseguridad resultante de las dificultades económicas, los impactos cada vez más intensos del cambio climático y la inestabilidad política, ya están obligando a millones de personas a dejar sus hogares en busca de un mejor futuro en el extranjero.  Para los encuestados en la GRPS, ya que el 60 % de ellos ven el área de “migración y refugiados” como un espacio en el que los esfuerzos de mitigación internacional se consideran “no iniciados” o que están en “desarrollo inicial”. En el 2020, más de 34 millones de personas se desplazaron al extranjero a nivel mundial, un récord histórico. Sin embargo, en muchos países, los efectos persistentes de la pandemia, el aumento del proteccionismo económico y las nuevas dinámicas del mercado laboral generan mayores barreras para la entrada de migrantes que podrían buscar oportunidades o refugio.

Estas barreras más altas a la migración y su efecto indirecto sobre las remesas (un sustento crítico para algunos países en desarrollo) corren el riesgo de excluir una posible vía para restaurar los medios de subsistencia de las personas, mantener la estabilidad política y reducir las brechas laborales y de ingresos. Al momento de elaboración de este reporte, Estados Unidos enfrentaba una situación con más de 11 millones de puestos de trabajo vacantes en general y la Unión Europea, con un déficit de 400.000 conductores en la industria del transporte (camiones). En los casos más extremos, las crisis humanitarias empeorarán ya que a los grupos vulnerables no les queda más opción que embarcarse en viajes peligrosos. En el 2021, 4.500 migrantes, incluidas familias y niños, fallecieron o desaparecieron durante el viaje. Las presiones de la migración exacerbarán las tensiones internacionales si se utiliza cada vez más como instrumento geopolítico. Los gobiernos de los países de destino tendrán que gestionar las relaciones diplomáticas y el escepticismo de los inmigrantes entre sus poblaciones.

Las oportunidades en el espacio podrían verse limitadas por fricciones

Si bien los seres humanos han estado explorando el espacio durante décadas, los últimos años se ha visto una actividad mayor en este campo, tanto en la creación de nuevas oportunidades como en las señales de un área de riesgos emergente, particularmente en cuanto a la creciente militarización y armamentos de esta área. Los nuevos participantes denle el mercado de satélites comerciales están alterando la influencia de control tradicional de los bienes comunes espaciales mundiales en la prestación de servicios satelitales, especialmente en cuanto a las comunicaciones relacionadas con Internet.

Las herramientas de gestión limitadas aumentan la probabilidad de que la actividad espacial escale las tensiones geopolíticas, y las recientes pruebas de armas en el espacio destacan dichos riesgos. La creciente actividad espacial también podría provocar impactos medioambientales desconocidos o aumentar los costos de los bienes públicos, como el monitoreo del clima o la vigilancia del cambio climático.

Segundo año de la pandemia: otorgan información sobre la resiliencia

En el 2021, los países implementaron nuevos mecanismos para responder a una crisis de salud pública con características cambiantes, lo que llevó a éxitos y fracasos. Dos factores interconectados fueron fundamentales para el manejo eficaz de la pandemia: primero, la disposición de los gobiernos para ajustar y modificar las estrategias de respuesta según las circunstancias cambiantes; y segundo, su capacidad para mantener la confianza social a través de decisiones basadas en principios y la comunicación efectiva.

Reflexionar sobre los principales objetivos de resiliencia de los gobiernos, las empresas y las comunidades ayudará a garantizar que las agendas estén alineadas a fin de lograr un enfoque en toda la sociedad para abordar los riesgos críticos de cualquier tipo. Para los gobiernos, equilibrar los costos, regular la resiliencia y ajustar los acuerdos de intercambio de datos para garantizar una gestión más precisa de las crisis son clave para impulsar una interacción más sólida entre los sectores público y privado.

Las empresas, reconociendo que una mejor preparación a nivel nacional es fundamental para la planificación, inversión y ejecución de sus estrategias, pueden buscar oportunidades en áreas como la cadena de suministro, los códigos de conducta dentro de su industria y la inclusión de una dimensión de resiliencia en las ofertas de beneficios para sus empleados. Las comunidades pueden ayudar a los gobiernos locales a unirse a los esfuerzos nacionales, mejorar la comunicación y apoyar los esfuerzos de resiliencia básicos. A nivel organizacional, las estrategias como basar los análisis de resiliencia en los requisitos clave de entrega, la apreciación de vulnerabilidades sistémicas y la adopción de una diversidad de enfoques también pueden ayudar a los líderes a crear una mejor resiliencia.

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