¿Podremos las aseguradoras trabajar sobre la Seguridad Vial argentina?

Por Juan José Niedfeld, Gerente de Prevención y Seguridad Vial de Seguros Rivadavia.

Especial para El Seguro en Acción

Difícil será trabajar, individualmente o en conjunto, sobre algo que no existe.

Efectivamente, tal vez este sea el primer error que hace fracasar los intentos por cambiar la pésima realidad de nuestro país sobre dicho flagelo. Seguir hablando de algo inexistente.

Seguridad” significa “nada de que temer” y “Vial”, para este término compuesto, representa “mientras transitamos en la vía pública”. Lamentablemente, es así como nos movemos, creyendo que no tenemos de qué preocuparnos o temer, y es exactamente eso lo que nos hace circular, la mayoría de las veces, sin el más mínimo cuidado.

Paradójicamente, para aquellas personas de hasta 35 años de edad, la primera causa de muerte en nuestro país es una muerte totalmente evitable. Una paradoja asentada sobre la creencia del “A mí no me va a pasar” y de su lógica respuesta a “¿Quién se cuidaría de algo que no le va a pasar?”. Obviamente, “Nadie”.

Si tan fácilmente observamos que estamos detenidos analizando el problema sobre dos nociones inexistentes, una hablando de Seguridad Vial cuando ésta no existe y, otra, creyendo que a uno no le va a pasar, cuando le pasa a muchos todos los días, también es fácil deducir que no vamos a encontrar el punto de apoyo e inflexión para hallar la solución.

Si queremos ser parte del cambio de esta realidad, la primera cruzada pasa por empezar a hablar de “Inseguridad Vial” en lugar de “Seguridad Vial” y, la segunda, analizar qué debemos hacer para que la sociedad empiece a sentir que, si su actitud no es preventiva, le puede pasar.

A priori, la primera batalla no sería tan ardua. Las aseguradoras debemos tomar la decisión de cambiar significantes y mensajes alusivos, hablando de “Inseguridad Vial”, pensando y estando convencidos de que internalizar la palabra “Inseguridad” nos pone en alerta y nos hace actuar en consecuencia, asumiendo medidas preventivas.

Prueba tangible de lo anterior es la colocación de rejas en nuestras casas, que no son obligatorias ni gratuitas, porque la información respecto de los hechos delictivos cotidianos nos hace sentir inseguros. No obstante ello, no actuamos de la misma manera en el tránsito, cuando la posibilidad de lesión permanente o muerte para alguien de nuestras familias es cuarenta veces mayor que en el interior de nuestros hogares.

Además, debemos tratar de salir del error que muchas veces cometemos, de creer y comunicar que quien está “asegurado” se encuentra “seguro”.

Lamentablemente, las aseguradoras no podemos hacer nada para que esto así sea. La seguridad de las personas depende de uno mismo y de sus acciones. Hace falta ver con claridad dicha realidad para poder trasmitirla correctamente y, de esta manera, ayudar a nuestros asegurados a ponerse a resguardo de los riesgos personales que, cuando se transforman en un daño, muchas veces son irreparables e irreversibles.

La segunda lucha a dar es aún más difícil: cambiar el “A mí no me va a pasar” está directamente relacionado con la apreciación individual de sentirse amenazado por este flagelo.

Cierto es que, ganada la primera batalla, habremos hecho algo para avanzar sobre esta segunda, quedando mucho camino por recorrer, situaciones sobre las que reflexionar y conceptos que repasar.

El objetivo tiene que ser claro. Debemos, podemos y merecemos, como actividad aseguradora, hacer más que atender las consecuencias de tan trágicos hechos respondiendo como lo hacemos, con solvencia y respaldo económico.

Debemos, porque nuestra actividad nace para ayudar solidariamente a aquel que sufre un daño que solo no podría afrontar, y porque estamos seguros de que estos daños que resultan de la Inseguridad Vial, personales e irreversibles, son realmente imposibles de afrontar por intensos, dolorosos y permanentes.

Podemos, porque el contacto permanente con esta cruda realidad nos da experiencias que, bien aprovechadas, se pueden trasmitir a la comunidad para generar una conciencia de riesgo que provoque la necesidad de ponernos a resguardo del mismo.

Y merecemos, porque a pesar de trabajar eficazmente para solucionar problemas individuales que cada uno por sí mismo no podría afrontar y de que el presupuesto de la Agencia Nacional de Seguridad Vial sale de las arcas de la actividad del Seguro, seguimos siendo vistos como un actor que no hace lo suficiente por los asegurados y los terceros.

Por todo esto, desde Seguros Rivadavia, proponemos a todo el mercado asegurador en su conjunto combatir en estos dos frentes, hablando apropiadamente de “Inseguridad Vial” y trabajando en el logro de la percepción del riesgo vial en la sociedad, hasta que esta sienta la necesidad de cambiar sus conductas de riesgo por conductas preventivas.

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